sábado, 28 de agosto de 2010

Una escuela sin Dios, una triste realidad


La educación laica es sin duda un principio rector de la educación actual, un requisito básico para una “buena educación” ya que se ha considerado que Dios no tiene lugar en un aula, dando pie a considerar como ciertas teorías tan ilógicas como la teoría de la evolución, o teorías que no solamente tienen un carácter ateísta, sino inmoral, dándole un poder al azar y a la casualidad que tiene el carácter de místico, toda vez que es más posible que hayamos existimos por casualidad que por una entidad inteligente que no haya creado, teniendo por este simple sofisma una construcción moral basada en mitos de casualidad, hundidas en un materialismo y en un positivismo que hace de la verdad algo relativo, y por lo tanto, de la moral un solo instrumento que estorba en el camino de la gente para alcanzar la felicidad.

La educación, no solamente tiene el fin de capacitarte para que tengas mejor trabajo y ganes más dinero, sino que busca el perfeccionamiento del hombre y a través de esté, alcances la felicidad, razon por la cual es necesaria el estudio de la filosofía, del derecho, de la historia y de la teología, ciencias humanas que buscan el progreso del humano de forma individual, para que después de forma natural se dé el colectivo. Pero ha cambio de eso, desterramos a dios y las ciencias que tratan de perfeccionar al hombre, haciendo que los estudiantes de ahora, no solo no saben el porque de la actuación de la gente o la comprensión hacia los demás, o la necesidad de vivir con principios o sometidos a la ley; sino simplemente no les interesa, haciendo un gran mal, el de la indiferencia, haciendo que este se degenera en egoísmo y provocando odio social.

Este simple texto, busca concientizar al lector de la necesidad de no excluir a dios de tu educación, ya que este es necesario para la formación de cualquier hombre o mujer de provecho; así que no vivas sin Dios, vive con él.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolucion


Bicentenario y Centenario de México

“El no conocer nuestro pasado, nos condena a cometer los mismos errores” dice el viejo adagio, pero el conocer nuestra historia, no solo nos ayuda a ser menos imperfectos, sino a concientizar sobre quiénes somos y de dónde venimos; ya que no somos el indígena precolombino, ni tampoco el peninsular de la conquista, sino que el mexicano es una aleación de las sangres hispanas y aborígenes, portadora a la vez del arrojo ibero de Cortés y del sacrificio estoico de Cuauhtémoc. Los simientos de esta nueva nacionalidad han dado ya destellos prometedores, del México en desarrollo, originando un sin fin de mexicanos con grandes ideas y aportes que han venido a cambiar, no solo el futuro del país, sino el de la humanidad entera. Ya que hay verdaderos patriotas que concentran tal ímpetu de energía, voluntad y conciencia, que son ellos quienes sirven de estructura a la vida civilizada de las comunidades y quienes van realizando algo positivo entre las fuerzas estáticas y la corriente de impulsos negativos y anárquicos.

A través de la Independencia de México, se cristalizo el esfuerzo de patriotas, que vieron en México la madurez de un país para independizar de la madre patria española, toda vez, que ya estaba siendo devorada por un interés perjudicial extranjero, y que en nada beneficiaba a la nueva nación que estaba en capullo y estaba a punto en emerger en un gloriosa nación.

En la lucha de independencia, se luchó por la libertad, derecho divino que posee todo ser humano, y que va intrínseco a su dignidad como persona, pero es un derecho, que no solo se conquista una vez, como el alpinista que alcanza la cumbre, sino que es un derecho que se gana de forma permanente, día a día, ya que esta misma prerrogativa nos genera una obligación, la de luchar por la libertad de todo nuestro pueblo, en el entendido que su derecho, es una garantía al mío propio, permitiendo que sigan haciendo eco las palabras del Cura Hidalgo del 16 de Septiembre del 1810 de “!viva la independencia!, viva América!, ¡Muera el mal Gobierno!” Palabras que sin duda conllevan todo el sentimiento que hasta ahora permanece, el de tener libertad, mediante la independencia de poder ser dueños de nuestro propio destino, un camino que hemos seguido y que nos ha hecho ser la nación que ahora hemos creado.

Por eso el recordar a viejo héroes mexicanos, como Hidalgo, Allende, Iturbide, Guadalupe Victoria entre muchos otros, que ahora doscientos años después, hace que se nos hinche el pecho de gusto y de orgullo, ya que no solo lograron una nueva patria, sino que han puesto el ejemplo del arrojo, del sacrificio, del amor por un ideal, por los valores y por el honor de un nuevo país, que sigue creciendo y sigue desarrollándose, con sus picos y sus valles, pero con una clara meta de seguir de frente al sol, haciendo un claro honor a nuestro nombre México, cuyo significado es el “lugar donde se juntan el sol y la luna”, lugar donde confluye lo bueno y lo positivo, donde todo mexicano siente renovar sus fuerzas, y siente que todo es posible, ya que es una tierra de oportunidades, donde el sentimiento se materializa en el “Si se Puede”.

Pero este sentimiento de orgullo, no es gratis, ha tenido un fuerte costo y así ha sido demostrado, a través de encarnizadas luchas de ajuste, de mexicanos y antimexicanos, que tuvo su culminación en una Revolución, generando un gran cambio social, y sobre todo generando una nueva ley, una nueva constitución que fue la esmeralda que corono esa lucha, ya que desde el grito de revolución de Madero luchando por la igualdad, y la exclamación de “Tierra y Libertad” de Zapata, fue la revolución de conciencias la que trajo el cambio más grande, la que sin duda fue motivada por esos guerreros de la justicia, que sacrificaron su vida de manera desinteresada teniendo como único fin el que México fuera más grande como nación.

Es por eso, que podemos recordar en este Bicentenario de nuestra Independencia y en este Centenario de la Revolución, las grandes personas que han entregado su vida y su alma por la patria, mostrándonos el camino del sacrificio por un ideal más grande que nosotros mismos, dándole un golpe al rostro del egoísmo, la ilegalidad, el robo, el secuestro, el narcotráfico, la inmoralidad y todos aquellos sentimientos que socavan a nuestro pueblo; razón por lo que es necesario que en este 2010, volvamos a retomar la lucha, contra el enemigo que tenemos en común, el cual es un dragón de mil cabeza y que esta disfrazado de indiferencia, por el que debemos alzar nuestra mano, y retomar nuestra campaña de hacer de México un lugar aún más grande; es por eso, que las fuerzas espirituales del mexicano tendrán que congregarse para asumir la lucha de conjunto, o bien no serán capaces de sortear el peligro y por tanto habrán sido indignas del triunfo. Sus anhelos de formar una nacionalidad dueña de sí misma habrán de materializarse a través de acciones de conjunto o declinar en melancólica agonía. Una nación no es obra del azar, sino de hombres ligados por una misma conciencia y una misma responsabilidad; ya que debemos de recordar, que lo que haga la generación adulta de hoy y una o dos más que se apuntan en el jugueteo de la niñez actual, dependerá la suerte de México, y si tomamos como punto de referencia esos héroes que dieron la vida por nosotros, podemos estar tranquilos, ya que es seguro que saldremos avante, siempre que tengamos en nuestros corazones esas gloriosas frases de “VIVA LA INDEPENDENCIA, VIVA AMERICA, MUERA EL MAL GOBIERNO” y sobre todo “¡¡VIVA MÉXICO!!”