jueves, 1 de julio de 2010

Hoy me encontre a una peculiar persona.


En una tarde lluviosa, muy agradable por cierto, estaba sucediendo un hecho maravilloso, y no me refiero al atardecer que por sí mismo es bello, sino que me encontré con una persona; estaba justo aquí, no me había ido a ningún lado, solo estaba esperando que alzara mi vista y la contemplara, con sus defectos e idiosincrasias, y con esa manía de hacer las cosas a su modo. Esa persona que me encontré, era un sujeto que me parecía muy familiar, una persona con la que he convivido mucho tiempo, una persona que ha estado ahí conmigo siempre; y esa persona era YO.

Ese YO, no es más que el mismo muchacho cuya infancia vivió con mucha alegría y con muchos sueños; ese muchacho cuya adolescencia la disfruto sin ningún descalabro (al menos no sentimental); ese hombre que está aprendiendo día con día, y que necesita más que nunca una mano para ser mejor persona, no para él, sino para los demás. Esa persona que está conmigo, a veces es olvidada y requiere de atención, y sobre todo necesita que la abrase para poder recordar y volver a vivir las cosas que me hicieron lo que soy; porque muchas veces el mundo te consume, y te hace olvidar a ese YO, a esa niño soñador, a ese adolecente ganoso por vivir, y sobre todo a ese adulto que necesita aprender que no debe dejar NUNCA de ser el mismo, porque la tierra puede temblar, el cielo tronar y los mares rugir, pero tú nunca jamás, debes dejar de ser esa persona que agradece a la vida y a dios por un día más, y por tener a maravillosas personas a su alrededor.

Esta nota es un recordatorio, para que voltees hacia arriba y puedas contemplar esa persona que te extraña y que te necesita y que eres TU.

No hay comentarios: